martes, 11 de abril de 2017

Vuelo accidentado

El día en el que sea feliz. Libertad, alas, pájaros. Siempre fueron motivo de mí fascinación, me brillaban los ojos en pensar en esos animalillos que recorrían el mundo siguiendo las corrientes aéreas, me los imagino en el cielo, con el viento acariciándoles sus caras, con sus alas extendidas, haciéndole el amor a la libertad. Me los imagino en jaulas, sin entender porqué están allí atrapados, quitándoles la libertad por la cual están vivos, quitándoles y drenándoles la vida misma de sus cuerpos, su razón de vivir, su esperanza, su amor. Y esa jaula se vuelve motivo de odio, las aves, seres de inocencia, amor, libertad, se convierten en otra cosa, animales oscuros, llenos de resentimiento, odiadores natos. Harían lo que sea por escapar, por prender fuego esa jaula, por despedazarla y luego volverla a construir, para luego volverla a despedazar una y otra vez, necesitando verla sufrir, verla implorar por su perdón. Me imagino un cuerpo pequeño, al que el odio no le entra, le es más grande, la angustia se le atora en la garganta, en vez de ser los gusanos que podría cazar si estuviera en libertad, la ira le quema los ojos, en vez de ser el viento el que se los acaricia si pudiera volar, los gritos de ayuda inundan el aire, en vez de ser cantos de felicidad lo que lo hacen. Han transformado al pájaro en otro animal. En un ser humano presa de sí mismo, presa de sus padres, presa de su jaula, lleno de odio, resentimiento, irá, deseo de venganza, de despedazar a sus captores. Los odia y se odia. Pajarito nació, y lo despedazaron, hicieron lo que quisieron con él, y ahora él, quiere hacer lo que quiera con ellos, y lo que quiere, es verlos sufrir en la agonía más profunda, aunque sea la última mierda que haga.

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