Como un nene pequeño que le teme a todo. Tiene miedo a
los monstruos que se esconden bajo la cama, a los que ha visto en alguna
oportunidad. Tiene miedo a su sombra, que lo sigue a todos lados, sigilosa.
Tiene miedo al dolor, a las personas punzantes, y a sus malas intenciones.
Tiene miedo del reflejo que ve en el espejo, tiene miedo de sí.
Como un nene que no controla sus impulsos, que no puede
tomar decisiones y se deja llevar por los placeres ocultos que desconoce. No
sabe que hacer o qué decir ante los demás, cómo complacerlos sin dejar de
complacerse.
Como un nene que quiere parecer fuerte pero que lloriquea
bajo la sabana todas las noches, que sueña con otro mundo. Un nene con muchos
sueños y esperanzas, pero que los esconde de todos para que no se los roben,
para que no se las pisen. Un nene bueno pero que finge ser malo porque tiene
terror a que se metan con él. Que sueña con hacer amigos de un día para el
otro, de abrazarlos sin miedo, de mirarlos por horas y contarle sus problemas y
sus fantasías. Mas es un nene que calla.
Un nene pequeño que quiere conservar su inocencia pero su
naturaleza lo fuerza a hacer cosas que le dan miedo, que lo hacen sentir
culpable, que el mundo condena, pero que él no entiende porqué están tan mal.
Un nene no tan pequeño. Un adolescente. 17 años. Casi un
adulto joven que no está muy seguro de serlo, que oculta en su interior un
corazón lastimado y que quiere curar, pero no deja que nadie lo vea. Casi un
"mayor de edad", que no entiende como puede ser mayor cuando todavía
no sabe cómo llorar. Que espera un consuelo al cual no le permite entrar.
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